lunes, 23 de febrero de 2009

MIRAME

MIRAME
Mirame...se que estas ahi...que tienes pena y soledad, que no sabes que decir y sientes rabia de tus temores....Mirame...que cada vez que tienes pena yo estoy ahi, que siempre te he sentido y acompañado, que he llorado contigo....Mirame ....busca en mi la paz, el amor y la ternura...soy quien te cuida te espera y te ama, soy el aire que respiras , la flor de tu jardin, el amigo que hace tiempo no llamas....MIRAME...busca en mi las respuestas , busca en mi tus esperanzas....busca en mi tus alegrias...Mirame estoy a tu lado , sienteme , escuchame, hablame, soy tu alma dolida, tu cuerpo ,tu espiritu...mirame soy tu reflejo soy tu destino, soy tu mismo...Mirame dia a dia y siente la paz que te entrego...Mirame

MIRAME
LOS HIJOS.
Los hijos son como los navíos. Al mirar un navío en el puerto, imaginamos que está en su lugar más seguro, protegido por una fuerte ancla. Sin embargo, sabemos que está allí reparándose, abasteciéndose y alistándose para ser lanzado al mar cumpliendo con el destino para el cual fue creado, yendo al encuentro de sus propias aventuras y riesgos. Dependiendo de lo que las fuerzas de la Naturaleza le reserven, tendrá que desviar la ruta, trazar otros caminos, buscar otros puertos. Pero retornará fortalecido por el conocimiento adquirido, enriquecido por las diferentes culturas recorridas. Y habrá mucha gente esperando feliz en el puerto.

Así son los hijos. Tienen a sus padres, o sea, el puerto seguro, hasta que se tornan independientes. Pero por más seguridad, protección y manutención que puedan sentir junto a ellos, los hijos nacieron para surcar los mares de la vida, correr sus propios riesgos y vivir sus propias aventuras. Cierto que llevarán consigo los ejemplos y los conocimientos obtenidos a lo largo de los años, pero lo más importante estará en el interior de cada uno: LA CAPACIDAD DE SABER SER FELIZ.

Sabemos que no existe la felicidad inmediata, que no es algo que se guarda en un escondite para ser dada o transmitida a alguien. El lugar más seguro para el navío es el puerto. pero no fue construido para permanecer allí. Los padres piensan que serán el puerto seguro de los hijos, pero no pueden olvidarse de que deben prepararlos para navegar mar adentro y encontrar su propio lugar, donde se sientan seguros, con la certeza de que ellos también deberán ser otro puerto para sus propios hijos.

Nadie puede trazar el destino de los hijos, pero lo que sí podemos hacer es tomar conciencia y procurar que lleven en su equipaje valores como: la humildad, la solidaridad, la honestidad, la disciplina, la gratitud, la generosidad...

Los hijos nacen de los padres, pero deben convertirse en CIUDADANOS DEL MUNDO. Los padres pueden querer que haya siempre una sonrisa en la cara de sus hijos, pero no pueden sonreír por ellos, pueden desear su felicidad, pero no pueden ser felices por ellos.

LA FELICIDAD CONSISTE EN TENER UN IDEAL PARA BUSCAR Y LA CERTEZA DE ESTAR DANDO PASOS FIRMES EN EL CAMINO DE ESE LOGRO.

Los padres no deben seguir los pasos de los hijos, y los hijos nunca deben descansar en los pasos que los padres alcanzan. Deben seguir desde el puerto a donde sus padres llegaron, y, como los navíos, partir en busca de sus propias conquistas y aventuras. Para ello requieren ser preparados y amados, con la certeza de que:

"QUIEN AMA EDUCA"

¡Cuán difícil es soltar las amarras y dejar partir el barco…! Sin embargo, el regalo de amor más grande que puede dar un padre a su hijo es la autonomía.

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